EXPLOTACIÓN TRANSNACIONAL

La floricultura se ha ido posicionando como un negocio transnacional que va en aumento. En América Latina se han vuelto focos de producción  países como Colombia, Ecuador, República Dominicana, Cuba, Brasil; En África Kenia, Etiopía y Zimbabwe. Israel se está posicionando como un productor importante. Holanda es un caso particular al posicionarse como el primer productor e importador a nivel mundial y al ser escenario de grandes subastas características del mercado masivo del norte global, en el que países como Alemania, Reino Unido, Japón y Estados Unidos compran mayoritariamente.

Las firmas de acuerdos o Tratados de Libre Comercio (TLC) fortalecen el carácter transnacional de la floricultura a nivel mundial y es una estrategia que se está usando en este negocio. Por ejemplo Colombia firmó el tratado con Estados Unidos en el año 2012 y allí las flores son uno de los cinco productos privilegiados. Esto ha generado una proyección del negocio a nivel económico y geográfico, pues desde los lentes de los floricultores, se quiere posicionar a Colombia como un país de monocultivos de flores. La liberalización del sector, agudizada por los TLC, se ha materializado en un modelo de producción flexible que da ventajas exclusivamente a los empresarios.

El modelo de producción flexible permite la demanda de producción en periodos muy cortos de tiempo, la subcontratación, el adelgazamiento de las plantillas y

la conformación de equipos de trabajo de operarias que deben presionar a las compañeras para sostener el ritmo de producción. De esta manera se beneficia únicamente a los empresarios, lo que en pocas palabras significa la materialización del desmonte de los derechos laborales luchados y ganados.

Por otra parte, también es necesario destacar que en diversos casos las flores no son exportadas listas para ser vendidas. Las flores llegan a los países importadores en donde son realizadas labores de postproducción como la limpieza, el recorte y el arreglo de las flores. EE UU es un ejemplo, allí los trabajos restantes son realizados por mujeres migrantes, en su mayoría con situación administrativa irregular, un factor que de la misma manera se aprovecha de la situación de vulnerabilidad e impide la demanda de condiciones laborales justas.

Foto de: Andrea Puentes